jueves, 23 de mayo de 2019

El Maratón de los Libros

Chocoaventura por Rana Existencial en 16:39
A decir verdad, no me gusta tanto leer, como amo escribir. Triste pero cierto. Fue mi maestro de Literatura de la Prepa quién me recomendó comenzar el hábito, si es que buscaba mejorar mi escritura. Y fue tras este sabio consejo que empecé a leer mis primeras obras literarias.

Pronto me enamoré de las palabras de Goethe, Alighieri, Fuentes, Kafka, Hesse, Pacheco, Neruda, Benedetti, Sabines. Creo que no hay mejor sensación en el mundo que congeniar con la locura de un autor y hacerla tuya… aunque sea por unas cuantas horas.

En honor a ese placer que conocí desde mi adolescencia y dejé de lado, decidí este año darme un regalo gigantesco: un curso de Lectura de Alto Rendimiento pues  bajo la excusa de que tengo poco tiempo y me cuesta muchísimo concentrarme, dejé de leer.

Mi mayor logro hasta ahora había sido leer 11 libros en un año. No más, no menos. ¿Poco, mucho? Depende de contra qué se compare. Pero sí, ese era mi mayor récord hasta el mes pasado.

Ya sabía de la existencia de los cursos de lectura rápida, probablemente desde la Universidad. Sin embargo, jamás lo había sentido como necesidad, hasta el año pasado que a raíz de haber iniciado a emprender, tengo MUCHÍSIMO que aprender y por lo mismo, muchísimo que leer.

Aquí el post al respecto de mi inicio en el emprendimiento: “¿a qué estás dispuesto a renunciar paratener la vida que pretendes tener?”

En fin, al respecto del curso. Hay cientos de cursos de Lectura Rápida en el mercado. Diferentes precios, diferentes perspectivas, diferentes enfoques. Yo me topé con uno que cuyo objetivo principal no es Aprender a Leer Rápido como tal, para mí el objetivo del curso que tomé fue: “demostrarte de qué eres capaz cuando te propones algo.” 

Estuvo BESTIAL, lo sentí cual entrenamiento para las olimpiadas. Ni en periodo de exámenes finales me desvelaba tanto estudiando.
 

Se trata de un curso de 7 días, iniciando en domingo, terminando en sábado, con sesiones de 10 horas. Con tanta tarea, que está  maquiavélicamente diseñado para casi no dormiresa semana. Es poca la teoría que se ve en sí. Las sesiones son más bien charlas y dinámicas que hacemos adentro o fuera del aula.

A partir segundo día empezamos a hacer ejercicios de desarrollo personal basados en técnicas de las escuelas de Psicoterapia Gestalt y de Milton Erickson. Esto lo sentí de perlas pues habiendo estudiado la Maestría en Psicoterapia Ericksoniana, reencontrarme con ese mundo mágico de la hipnosis fue una verdadera delicia. Nos enseñaron varios ejercicios para sacar nuestras frustraciones y corajes personales e interpersonales.

Me parece que fue a partir de la tercer noche que empezamos a leer, ya en forma. Nos pidieron llevar 12 libros, los cuales leeríamos en el transcurso de esa semana.

Mi lista original de libros fue:

Aura – Carlos Fuentes
Pedro y el Capitán – Mario Benedetti
Memorias de Mis Putas Tristes – Gabriel García Márquez
Crónica de una Muestre Anunciada – Gabriel García Márquez
El Perfume – Patrick Suskind
El Hombre en Busca de Sentido – Víktor E. Frankl
Emprendedores Emergentes – Daniel Nájar
Ficciones – Jorge Luis Borges
El Beso – Elizabeth Hickey
Cuentos de Buenas Noches para Niñas Rebeldes – Variados
El Zorro – Isabel Allende
Ana Karenina – de León Tolstoi


. . . Aunque mi objetivo en realidad era leer 15 libros. No 12.

Tantos libros en 3 noches, podrá sonar fácil, pero no inventen, me las vi negras. Comencé con el ensayo, los cuentos y novelas cortas, para mantener el espíritu arriba, dejando las novelas complicadas para el final. Sin embargo, para la tercera y última noche llevaba sólo 6 libros, ¡me faltaba la mitad! Me empecé a estresar mucho.

Cuando llegué a Ficciones me rendí con él. Los primeros dos capítulos creo que hablan de un grupo de personas que estaba tratando de redactar una enciclopedia o diccionario o sepa Dios qué. No sé. Están llenos de palabras que en mi vida había escuchado. Me frustré mucho y lo dejé porque de continuarlo jamás iba a avanzar.  Es más fue tanta mi frustración con ese libro que decidí regalarlo a un compañero terminando el curso. 

Me olvidé de la novela rusa con la que me quería graduar. Mejor pedí prestados libros sencillos, tipo “hágase millonario,” “aprenda a ser exitoso” (algo así eran los títulos), para leerlos en un abrir de ojos. 

Leí también El viejo y el Mar de Hemingway en inglés; al que aborrecí porque no sucede NADA en ¾ de libro. No entiendo por qué se considera una joya literaria. Todo el maldito libro estuve deseando les cayera una tormenta, un rayo o un tiburón para que hubiera un poco de acción. Al final, sí llegó un tiburón, pero igual su narración al respecto fue nefastamente tediosa. Ya eran como las 4:00 am; me faltaban 2 libros solamente.

Leí otro libro que se llama Flatland, una analogía muy vanguardista sobre la sociedad del siglo XVI. Al menos fue radicalmente corto por lo que me tomó 5 minutos. No es tedioso y hasta encontré divertidas sus arcaicas y misóginas perspectivas sobre las mujeres. ¡Cómo nos querían en aquellos tiempos!

Pasé la noche del viernes literal en vela. Decidí quedarme en el hotel, trabajando, bueno más bien leyendo, en el salón para lograr 12 de los 15 libros que me propuse en un principio. Habré dormido máximo 2 lapsos de 40 minutos en toda la noche. Una compañera que se estuvo hospedando ahí me dio chance de bañarme en su cuarto. Por suerte, desde la segunda noche, dejé una maleta con dos cambios en mi coche previendo un día decidiera quedarme a trabajar o me quedara en casa de algún compañero que viviera a unos cuantos minutos del hotel. Muy bien por mi yo del pasado que es muy previsor.

Siete días de clases, de los cuales al menos 3 noches dormí de 3:00 a 6:30 am. El curso está diseñado para exigirte al máximo con las sesiones de al menos 10 horas y tarea para otras 10 horas. Juro que ni las semanas de entrega de proyectos finales de la Universidad fueron tan pesadas. Continúas en gran medida por la adrenalina. . . y el estrés. Literal había momentos que los sentí maratónico. 

Te piden llevar sleeping bag, audífonos y antifaz. Puedes echar coyotitos durante las sesiones, si los necesitas. Créanme, sí los ocupas. Hubo ocasiones que a la hora de la comida, prefería dormir y ocupar solamente 15, 20 minutos en comer.

Adicional al sleeping, me llevé mis tapetes de yoga, para que me hicieran colchoncito cuando me acostara. Aprovechando que los tenía ahí y que la mayoría de los días fui en tenis y licras, cuando sentía me mataba la espalda de tanto estar sentada, me ponía hacer yoga... en plena clase. Hacía mis estiramientos de espalda como los corredores estiran antes de correr una carrera.

Fue bastante pesado el curso y lo peor fue que para el sábado, no había logrado leer los 15 libros que me propuse. Me sentía devastada, pero ya no podía.  Fue horrible. Esa mañana, legó la Dra. Norah a las 8:25 de la mañana como todos los días a saludar a cada uno con Hi5; cuando me saludó a mí me vio toda cabizbaja con los ojos llorosos, preguntándome a qué se debía. Le comenté que sólo no había podido leer los 15 libros con la voz casi quebrándose. Y me dijo:

“¡Pero Ana! ¿No estás viendo todo lo que hiciste? ¿Todo lo que le exigiste a tu cuerpo? ¡Mereces una felicitación por tu esfuerzo! ¡Tu cuerpo lo merece! La cantidad de libros es lo de menos. Lo importante es el esfuerzo que hiciste. Deja de exigirte tanto y empieza a disfrutar tus pequeños logros.”

Me solté llorando sin poder decir nada. Creo que fue la primera vez en mi vida que lloro en público y no me escondo en el baño para hacerlo a solas. (en parte porque me había agarrado de las manos y no me hubiera dejado huir).

Era cierto. Jamás había leído tantos libros en una sola noche, en una sola semana, ni siquiera en un solo año. Me exigí bastante, estaba exhausta, probablemente hambrienta y a pesar de no haber dormido, seguía con mucha pila, energía y entusiasmo. Esa tristeza pronto se volvió felicidad porque aunque haya sido solo una semana lo que duró el curso, esa semana me demostré a mí misma de qué estoy hecha.

Al final a manera de examen final, leímos un libro extra. Nos pidieron leer un libro en clase, mientras la Dra. hacía una transmisión en vivo para distraernos, entrevistarnos.... y a la vez enseñarnos que podemos leer en cualquier circunstancia. Con ese libro final, ¡leí 13 libros esos 4 días! ¡Yeih!

Por las publicaciones que hice durante ese día en Facebook, varios me preguntaron si recomiendo el curso. Lo recomiendo sólo a las personas que se van a exigir a sí mismos comprometerse, abrirse a los ejercicios, las dinámicas, a hacer el ridículo y a las nuevas ideas, por muy tontas que les puedan parecer. Aquellos que no les interesa esforzarse, mejor ahórrense el tiempo y el dinero porque lo van a malgastar.


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