Durante
estos 30 años que llevo de conocerme, he notado una cierta curiosidad en mí: tiendo
tengo la tendencia a huir sin razón aparente. Así es, cuando algo se me complica o no me
gusta, me deja de interesar y lo dejo.
En una
relación, si la otra persona no se aplica como esperaría, por lo general, me
voy sin advertencia. Si un trabajo comienza a desagradarme por x cosa, no
tardo en poner en acción para colocarme en otra empresa lo antes posible. Hasta
con la maestría. Como odié las clases de práctica clínica, decidí que no
ejerceré como terapeuta, por lo que titularme pasó a segundo plano, por lo que
no llevo escrito ni el título de mi
tesis. Bueno, seguro también se debe a que es de flojera hacer una tesis. De
todas maneras, todos mis planes a futuro implican un trabajo en alguna empresa o algún negocio
propio. Entonces, ¿la hare , no la hare? Hagan sus apuestas.
En
general, pueden darse una idea de a qué me refiero. No soy de aquellos
determinados que no desisten hasta ver cumplir su meta. Fácilmente me aburro de
la meta y emprendo otra actividad.
Ni
modo, así soy. Al menos, ahora sé que tengo que pensar 1,000 veces algo antes
de empezar algo, pues sé de buena mano, hay buenas probabilidades lo deje en el
camino.
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