Como bien sabe, querido lector, estuve de viaje estas dos
últimas semanas. Vacaciones, como Dios manda. ¿A dónde? De crucero por las
Europas, YEAH! Mar Báltico para ser exactos con Royal Caribbean. Mi primera vez en un crucero.
Visitamos Copenhague y Skagen en Dinamarca, Tallin en
Estonia, Moscú y San Petersburgo en Rusia, Helsinki en Finlandia y Estocolmo en
Suecia. Mágico ese lado de Europa, como un sueño hecho realidad. Prometo pronto
publicar posts sobre las visitas. Ahorita lo que me atiene es la vida en alta
mar.
Recuerdo hace unos años celebré un cumpleaños rentando un
botecito con unos cuates, por ahí del 2010 me parece. La pasamos BOMBA, a la
fecha esa celebración sigue siendo aclamada. Estuvo tan bien que por un rato
estuve obsesionada con la idea de adquirir un bote en vez de sacar un depa.
Claro, debido a los altos los costos de mantenimiento, el precio del mismo y la
falta de servicios en los muelles de México, la moción fue descartada. Sin embargo, el crucero fue otra historia. Lo
odié; apestó.
En principio: nunca estás solo, NUNCA. A menos que te
escondas, como yo hice el 90% del tiempo arriba del barco.
Hay varias cosas adentro de él: Teatro, casino, bares, cafeterías,
albercas, chanchas de básquet-futbol, minigolfito, pared para escalar, gimnasio,
antro, cine, tiendas, etc. Sin embargo, si eres como yo que no me gustan los
musicales ni los magos/hipnotistas, etc.; no me gusta apostar ni estar en
lugares donde estén constantemente fumando; no pienso gastarme unos $9 USD más
propina por una sola chela, cosa que no es de Dios; no aguanto el frío como
para estar en las canchas o albercas al aire libre; no hago ejercicio ni aunque
me paguen por ello; me aburro en antros en los que el DJ fácilmente puede
cambiar de “yo no sé mañana” a “we will, we will rock you” en un solo jalón
(tampoco es de Dios); ya había visto las películas proyectadas o como mi mamá y
mis tías quienes necesitan de los subtítulos para entenderlas. . . No, el
crucero no fue lo mío.
Definitivamente para todo tenía un “pero,” ¿qué les puedo
decir? En verdad me aburrí muchísimo el rato que estuvimos dentro del barco. Cinco
días completos, medio días durante los desembarques; alrededor de 168 horas. Además siempre estás cansado; me quedé dormida
viendo el Hobbit y eso que AMO la saga.
Me la viví, enchamarrada, echada en un camastro, leyendo o durmiendo,
en su defecto. Cuando la función lo ameritaba en el cine o a lo mucho, en las
tiendas durante los remates, bien shopaholic yo. Ni si quiera podía navegar en internet
porque cobran $40 USD el día y aunque postear es una gran adicción, no lo suficiente para
pagarlo.
Tienen un equipo de animación tipo hotel que constantemente
está tratando de jalar a los pasajeros. Buscan organizar actividades, fiestas,
concursos, quizzes, ya saben, cosas para que todo mundo se la pase bien. Hacen
un buen intento, pero cuando el promedio de edad de estos es 55-60 años; no me
fueron muy llamativas las cosas que organizaban.
En sí, lo que más me gustó fue una tocada de swing con una
tipo Big Band, ya saben muy a la años 50s, una de Jazz y un concierto con
imitadores de ABBA. Eso estuvo bueno. Fuera de ahí, lo demás not so much.
En los puertos, tienes pocas horas para recorrer y conocer
la ciudad. Dan chance de bajar a partir de más o menos a las 8:00 am, pero te piden
regresar entre 4:00-5:00 de la tarde, pues evidentemente les cobran cada hora
que pasan en puerto.
Con Copenhague, Skagen, Tallin, no hay tanta bronca, son
pequeñas en sí; pero con las demás ciudades que son mucho más grandes o si bien
querías meterte a un museo en estas mismas, se complica la cosa. No da tiempo.
Habrá que regresar para conocer sus rincones y detalles.
Eso sí, tengo que aceptar que con el paso de los días te vas
encariñando con la tripulación. Los meseros, camareros, bartenders; nunca dejan
de sonreírte, saludarte y alegrarte el día. Más allá de ser serviciales y
atentos, buscan ofrecer cariño. No tiene precio. Al final convives con ellos
constantemente; platicas sobre tu vida, lo que te gusta y viceversa. Crece un
cariño muy particular y bonito, bajando con un sentido de agradecimiento
increíble. Es con lo que te quedas cuando te bajas. Repito, no tiene precio.
En fin, ya lo viví, una vez es más que suficiente. La
próxima le haré como siempre: con un itinerario hecho por mí, recorriendo las
ciudades a mi manera y a mi tiempo, sin que nadie me presione visitando y
conociendo lo que a mí me gusta conocer. Espero pronto tenga dinero para
volverme a ir de viaje.
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#RoyalCaribbean #BrillianceoftheSea Foto tomada por mi cámara |
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