Durante la Prepa, eligiendo ya universidad, recuerdo que un
día mi papá se acercó a mí ofreciéndome estudiar en la Universidad que quisiera
sin importar el costo de ésta. Siempre agradeceré tan generosa oferta. Sin
embargo, como yo quería estudiar en la universidad más cara del país porque a
mi parecer era la mejor en mi carrera y tomando en cuenta los 18 años que ya llevaban manteniéndome por
completo, me obstiné en ingresar becada pues ya me tocaba a mí contribuir con un alguito.
Desde que solicité informes en admisiones, pregunté por sus planes de beca
para lo que me enviaron a la Dirección de mi carrera a solicitar información. En ese momento, no entendí porqué debía ir
allá. En dicha oficina, me indicaron los requisitos para obtener una beca de
carrera (no sabía ni qué era eso), los cuales consistían en una carta original
que demuestre mi creatividad como mercadóloga contestando cuatro sencillas preguntas:
·
¿Quién soy yo?
·
¿Por qué estudiar mercadotecnia?
·
¿Por qué en el Tec de Monterrey?
·
¿Por qué merezco la Beca de Carrera?
Pan comido, manos a la obra. Las palabras y las ideas desde
siempre fueron mi fuerte; desde chica se me da el verbo. Un amigo me ayudó con
la parte “creativa y original” y listo, la carta fue creada y entregada a
tiempo.
Pasaron un par de meses sin tener noticias al respecto. De
hecho, me había olvidado del asunto por completo; hasta que un día regresando
de la escuela mi mamá me comentó que me citaron en el Tec al día siguiente para
la entrevista de la beca. ¡Me puse feliz! Salté y empecé a decirle que frente a ella estaba
siguiente beca de carrera de Merca del Tec
de Monterrey Campus Ciudad de México. Sabía desde el fondo de mi corazón
que si había ya pasado las cartas, la entrevista la tenía más que ganada. Mi
madre en su plan de evitar ilusionarme demasiado, trató de bajarme mis “humos,”
recordándome que no lo diera por hecho aún porque todavía faltaba una
entrevista. (Para mí ya era un hecho).
Al día siguiente, llegamos a la dirección para
presentarme a mi cita y fue ahí que
conocí a los otros dos competidores. Fue ahí, al conocerlos, que me entraron
los nervios. No se trataba de una entrevista uno a uno, nos entrevistarían al
mismo tiempo a tres candidatos, tres sinodales, acompañando a la directora de
carrera, es decir cuatro jueces en total… Sí, por debajo de la mesa me
temblaban mis piernitas de pollo.
Nos hicieron uno a uno las mismas preguntas de la carta. No
recuerdo si mis respuestas coincidían con las redactadas originalmente; en
realidad no importaba, lo importante era destacar e impresionar. Posteriormente
se les permitió a los jueces hacer preguntas al azar a quién quisieran. Recuerdo incluso un profesor de economía me
preguntó por mi fanatismo hacia el Che
pues se me había olvidado quitarme una pulserita que traía su imagen. Contesté que
“aún sea contradictorio querer estudiar Merca, siendo fan de un héroe
socialista, siempre admiraré el que haya creído tanto en su ideología que
sacrificó su vida por ella, hecho que me parece lo más noble que un ser humano
puede hacer.” (Idea con la que aún comulgo).
Terminando de examinarnos a todos, nos dieron post-its indicando
era hora de la votación. “Ustedes pueden votar por cualquiera de sus otros dos
compañeros, nosotros por cualquiera de ustedes,” fueron las indicaciones
textuales. Moría de nervios, estaba en juego una beca de 70% en una de las
Universidades más prestigiosas de México y ellos también la merecían al igual que
yo.
El moderador empezó a
contar los votos para de repente detenerse y hacer un pequeño preámbulo:
“chicos, hasta ahorita los tres están empatados a 2 votos, este papelito es el
desempate e indica el receptor de la beca de carrera de esta generación.” Al
día de hoy, recordarlo me sigue poniendo los ojos Remy, pues en seguida volteó
hacia a mí para felicitarme.
Por primera vez en mi vida, me quedé sin palabras. Desde
bebé siempre soñé con entrar a la universidad. Ni si quiera casarme o tener
hijos eran mi sueño. Estudiar en una GRAN Universidad era mi mayor anhelo y ese
día obtuve una beca de 70% para hacerlo. Imaginarán mi emoción. Me debí sentir como
las ganadoras de Miss Universo cuando les colocan su corona y les entregan su
ramo de rosas. Todos y todo se borró por completo, estaba sola bajo un reflector tratando
de entender y procesar lo que estaban diciendo, lo que ello significaba para
mí. Creo que jamás me he sentido tan
orgullosa de mí misma como en aquella ocasión.
Y ¿les soy sincera? Yo creo que el haberlo dado por
hecho un día antes influyó en la seguridad que proyecté. Estaba lista para
asombrar con mi entusiasta personalidad and my
killing intelligence; lo cual fue justo lo que hice: demostrar que soy
buena y me la merecía.
Con esto quiero decirles:
Jamás permitan que nadie los saboteé cuando quieren algo. No
se cuestionen, no tengan dudas o second
thoughts. Permítanse sentirse dueños de eso que anhelan; de lo contrario,
se los quitarán de sus manos o ustedes mismos se autosabotearán evitando
conseguirlo. Si merecen algo, lo
merecen, punto. Siempre recuérdenlo.
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Ese hermoso pedazo de papel que avala soy Lic. en Mercadotecnia (Mayo 2007, 5 años más tarde) |
Completando mi oferta laboral
La Cruz de mi Parroquia
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