
Sí, para mí era importante estar ahí. Vivirlo de cierta forma, sentirlo, dejar una huella en mí para que si en algún momento algo parecido se volviera a desarrollar (que yo me entere), trate de evitarlo. Sueno súper idealista y estúpida, sí, pero así soy.
Llegando a Krakovia, me bajé del tren y de inmediato pregunté cómo podría llegar. Me subí a una mini van, que como cualquier camioncito foráneo bajan y suben gente en donde quiera (bueno ahí sí se respetan las paradas), para que me llevara a Osweicim (el nombre polaco del pueblito donde construyeron Auschwitz). Obvio ya no me acuerdo como se pronuncia; bueno creo que nunca supe, sólo mostraba el papelito donde lo escribí. Como me vio solita e indefensa el chofer, me dijo que me sentara en el primer asiento, para que no me molestaran los estudiantes que venían y que me avisaría llegando, la verdad bien lindo. Y que bueno me avisó, me quedé DORMIDÍSIMA en el camino. Me bajé yo y un chino, TU - sí, así se llama jeje; como vimos que ambos éramos turistas, turisteamos Auschwitz juntos.
Ya no es del tamaño que solía ser, evidentemente. Sólo dejaron unas cuantas barracas en las que se cuelgan los carteles informativos de cómo era la “vida” ahí.
No tengo palabras para describirlo. Al principio, no se siente esa atmósfera, no es de golpe que la sientes. Sin embargo, conforme vas leyendo, informándote más, no hay ni un solo rincón de tu cuerpo que no se conmueva e indigne. Todavía recuerdo lo que sentí y todavía me salen lágrimas. Creo que soy una persona demasiado sensible.
Hay un par de barracas que están solamente llenas de fotografías de gente que estuvo ahí. De alguna manera, conforme pasaba, trataba de verlos a todos, de poner atención en sus caras, darles un segundito de dignidad a cada uno. Claro, era imposible. Lo único que me venía a la mente era: “Prometo no olvidar que viviste, fuiste alguien y moriste aquí.” (Por favor, un minuto de silencio).

Sí, sí fue fuerte.
Saliendo, recuerdo que volteé a ver el suelo y sólo pensé que ese mismo suelo lo habían pisado tantos que ya no están aquí.
Los polacos no suelen visitarlo. Literal, no quieren recordarlo. No los culpo. Todos de alguna u otra forma tienen alguien que estuvo involucrado con la masacre alemana. Ya sea en los campos de concentración o en el resto de destrozos que hicieron en el país. Es parte de la historia que prefieren no pensar.
De hecho, esa fue una de tantas invasiones que sufrieron. No me voy a meter a narrarles la historia porque de por sí ya fue larga mi narración. Sin embargo, sigo diciendo, me impresiona la capacidad que tienen para ser tan alegres después de TODO el sufrimiento por el que han pasado.
O sea, los franceses a la fecha no superan los disparitos que tiene el Arco del triunfo y demás edificios. No estoy diciendo que la ocupación que vivieron no fuera terrible, seguramente SÍ, pero al menos no instalaron campos de concentración en la Francia.
Post Relacionados:
Paris: la hermosa ciudad de la Luz
Primeros días en Varsovia
CouchSurfing
Nota: Todas las fotos fueron tomadas con mi cámara.
0 Testimonios:
Publicar un comentario