Cuando eres mexicano y mujer, es inconcebible pensar en viajar
solo. Tal vez sea miedo, el qué dirán, pero sin alguien que haga la segunda, los
planes se frustran colosalmente. Yo aprendí a hacerlo porque no me quedó de
otra.
No sé si ya había escrito al respecto, en el 2004, me fui de
intercambio a París (la ciudad de las luces, el amor de mi vida). En París,
estuve alrededor de cuatro meses más o menos, lo que duraron las clases, pero evidentemente
me tomé dos meses adicionales para turistear otras ciudades europeas.
Durante ese verano, me lancé por primera vez a la Madre
Patria. Conocí Madrid y otras ciudades del Sur de España. Ese viaje salió
porque un amigo de la secundaria se había mudado a Barcelona ese Marzo para
estudiar su licenciatura, entonces, quedamos en yo alcanzarlo a Barca para de
ahí recorrer el resto de España.
Llegando a Barcelona, me recibió sin bronca una semana en su
“piso;” sin embargo, sólo me pudo acompañar a Granada pues debido a que uno de
sus roommies había dejado el depa un
mes antes, se quedó sin dinero. Además acababa de comenzar un noviazgo con una
catalana. Ya saben, donde manda capitán no gobierna marinero (sucede en México,
sucede en Europa). Por lo tanto, técnicamente me dijo qué ciudades visitar, qué
ver en cada una y que me fuera por la sombrita. Apenas tenía 20 años, no sabía
ni para dónde jalar, pero me dije “si he de conocer la Madre Patria sola, la
conoceré sola, chingue su madre.”
De Barcelona me lancé a Madrid, Segovia, Sevilla, nos vimos
en Granada como quedamos y me regresé a Madrid a pasar los últimos días antes
de mi regreso a París. ¡Me la pasé bomba en Madrid! Me divertí tanto aquí que
preferí quedarme una semana completa en la capital madrileña. Conocí bastante
gente muy chida, en su mayoría colombianos (ya saben, donde hay latinos, hay
fiesta). La verdad jamás pensé que me fuera a divertir tanto viajando sola, haciendo
lo que yo quiero, como yo quiero, a la hora que yo quiero. No tuvo precio. Si gustan ver las fotos de ese entonces, pueden checar mi Facebook.
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Rubencito y yo en Granada, Ago. 2004 |
La segunda vez que me tocó viajar sola fue en los United por
ahí del 2009. Mi mejor amigo de la Universidad había sido trasladado a Detroit
a principios del 2008 porque trabaja en la industria automotriz. El plan era
llegar a Chicago, para que me alcanzara ahí, rentar un coche y manejar hasta Nueva York.
Sin embargo, azotó la crisis del 2008, lo regresaron a México, por lo que yo me
quedé vestida y alborotada.
También me dio un poco de miedo lanzarme yo sola, pero principalmente
por los gastos. Éste viaje ya no iba a costa de mis papis. Afortunadamente, un
paisa Jarocho me recomendó una web Couchsurfing
que a grandes rasgos es una red social de personas que te reciben en su casa
gratis. Algo así como un airbnb donde no pagas un céntimo, incluso aunque no te
quedes con nadie, ayuda a socializar en la ciudad en la que te encuentres
(conocí bastante gente en Veracruz cuando recién llegué del Defectuoso gracias
a ella). En principio, suena tétrico, ya sé, pero así le hice, de lo contrario
no hubiera podido pagar 3 semanas de hotel en EUA. Mi estrategia fue mandar
solicitudes para quedarme desde un mes antes y así ponerme a platicar con mis
posibles Hosts para saber con quiénes congeniaba mejor.
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Llegando a Washington, Mayo 2009 |
En Washington me quedé un fin de semana, con un viejo amor con
quien salí durante el intercambio en Paris. En Filadelfia, couchsurfié una
noche con un cuate con quien al día de hoy sigo en contacto, quien incluso en
el 2014 cayó a mi casa en el DF con su novia. Hermosa la ciudad Filadelfia, me
arrepentí de solo pasar una noche en ella.
Nueva York me quedé ocho días, cuatro couchsurfié en Harlem.
Mi host al final, no me cayó tan bien, así que no me importó perder el contacto
posteriormente. Después me pasé unos días con unos cuates de Brooklyn a quienes
conocí en la calle. Sí literal, en una banca revisando el mapa para saber a
dónde lanzarme, los de a lado me preguntaron si hablo español porque uno de
ellos es de Quito (el mapa estaba en español). De ahí, empezamos a acompañarnos
para turistear y terminé pasándome a su depa.
He de confesar que NYC no es tan mi estilo, a mí me gustan
las ciudades más bohemias y tranquilas; las luces, el ruido, el estruendo, el
movimiento, no es tanto lo mío, me alteran un poco. Ni si quiera me gustan los
musicales. Hubiera preferido pasar más días en Chicago, que la amé con todo mi
corazón y a la fecha no he podido regresar. Sin embargo, ellos no fueron las
únicas personas que conocí en la calle y con quién sigo en contacto (bendito
Facebook); eso amé de NYC, siempre conoces a alguien, si estás dispuesto a.
Después me lancé un par de noches a Boston, donde casualmente mi cuate de
Barcelona, estuvo estudiando ese verano y me hizo el paro de nuevo en su depa. No
pude conocer tanto Boston, ya estaba exhausta para ese entonces, pero afortunadamente
regresé hace dos años a la graduación del MIT de mi mejor amigo de la
Universidad. Me enamoré de Boston también. Tan tranquila, tan easy going, que sí, he de afirmar que me
gustó más que NYC.
Finalmente el último destino de ese viaje fue Chicago. ¡MARAVILLOSA!
También couchsurfié ese fin de
semana. Justin me hizo el paro allá quien de hecho cayó a Jarocholandia un año
después. Chicago, tiene un no sé qué, que qué sé yo que te enamora. Es una joya
arquitectónica, edificios me supongo de los años veinte, combinados con
estructuras modernas. La gente es increíble, personas verdaderamente felices y
alegres. Más felices que una lombriz. Siempre cantando, siempre acercándose si
ven que necesitas ayuda, siempre sonrientes. Tiene un encanto de pueblo chico
en una ciudad enorme. Me mudaría allá si no fuera por el clima.
También pueden revisar esas fotos
en mi Facebook.
He hecho recorridos más cortos sola, por mi cuenta, todos
tienen un algo, pero estos son los más emblemáticos porque me enseñaron que no
es el fin del mundo cuando nadie puede acompañarte. Aprendí que si quieres
hacer algo, hay que hacerlo, no importa si hay con quien o no. Tú mismo eres tu
propio motor en esta vida y la vida hay que vivirla a tu manera.
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