viernes, 8 de febrero de 2019

A mí también me han acosado

Chocoaventura por Rana Existencial en 9:29

La 1era vez que alguien me trató de seguir a mi casa tenía 15 años. Quienes me conocen desde la adolescencia saben que era bien rebelde, por lo que para evitar me negaran permisos, decía que los papás de algún amigo o amiga me llevarían y recogerían de algún lugar, cuando varias ocasiones me movía yo solita y a veces hasta iba a ligares diferentes de los que decía.

Desde chica aprendí a andar en metro principalmente. Digo, aquellos que no cuentan con coche, era el pan de cada día, pero para quienes sí tienen, lo normal es que nuestros papás o los de nuestros amigos nos recojan. Cosa que a veces me lo pasaba por el arco del triunfo.

Me gustaba salir, mucho, entonces, era más catastrófico no me dieran permiso para algo que ponerme en peligro. Recuerdo que esa ocasión, se me acercó un tipo como de 25 con la típica: "¿por qué tan solita amiga?," a lo que contesté un: "¿qué te importa?" Y seguí caminando. Me siguió fácil 5 cuadras, buscando hacerme plática. Yo continuaba ignorándolo. En el trayecto, me topé una conocida de la Prepa, ni nos llevábamos, pero me alegró ver una cara familiar.

Le comenté mi predicamento y caminé con sus amigas, las cuadras que coincidíamos, esperando este tipo se alejara al no verme sola. No funcionó; continuó siguiéndome ese par de cuadras y las otras 4 que me faltaban.

En la esquina de mi casa, había una frutería.  Me cían re bien quienes la atendían; tanto que llegando me metí a ella y les grité para que me hicieran el paro. Salió uno de ellos corriendo, gritándole al tipo que me venía siguiendo, quien por fin salió despavorido. Jamás olvidaré ese paro aquel día.

Imagen obtenida del portal 20 Minutos
 
La 2da ocasión que me trataron de seguir a mi casa, fue una patrulla de Judiciales. Ahí sí me dio miedo, por lo que ponerme hostil y grosera no era la opción. Caminé ignorándolos, esperando se siguieran de largo. Esa vez sólo me habían seguido cuadra y media; no vi necesidad de meterme en la frutería, pero se me ocurrió fingir que abría la puerta de un vecino en vez de la de mía para evitar supieran cuál era  mi verdadera casa. No los volví a ver por suerte.

La 3era vez vivía en París, Sept. - Oct. 2004, tenía 20 años. Había ido de fiesta con unos amigos y decidimos regresar caminando porque ya estaba cerrado el metro. Se nos ocurrió pedir un aventón para ahorrarnos unas cuadras y al ser la última en bajarme del coche que “nos hizo el paro,” el viejo apestoso del conductor, me detuvo del brazo para tratar de plantarme un beso. Obvio me asusté y grité por lo que mis amigos se alarmaron y se acercaron al coche para ver qué sucedía, por lo que el sujeto me soltó.

La 4ta, porque seguía sin aprender a cuidarme, también fue en París durante el intercambio. Había acompañado a mi ex a Gare de l'Est a tomar su tren porque vivía en otro pueblito a las afueras de la ciudad. Eran como las 10:00 de la noche. Regresando tenía que hacer un trasbordo muy largo en una estación bastante solitaria. Me vio un árabe en unas escaleras eléctricas en sentido contrario al que yo iba; bajó y subió corriendo a las mías para alcanzarme y decirme no sé qué diablos en árabe.

Me puse tan nerviosa, que se me olvidó por completo mi inglés y francés, sólo pude mentársela en Español como Dios manda. NO ME DEJABA. Me siguió y me siguió un buen tramo. Cada vez había menos y menos gente en la estación, era demasiado grande esa estación y demasiado largo ese trasbordo. No sabía cómo quitármelo de encima y la poca gente que había, hacía caso omiso a lo que sucedía entre nosotros. Seguí caminando y diciéndole que me dejara en paz en Español. Quería llorar, pero traté de mostrarme lo más fuerte y enojada que pude para ver si así desistía.

Fue horrible. Recuerdo que tenía que pasar por una escalera en donde no había ni un alma. Ahí él me jaló del brazo para tratar de besarme. Imaginen un señor feo, de unos 55, hablando árabe, sujetándolos del brazo para jalarlos y tratar de plantarles un beso. Literal, fue horrible. Grité un fuerte y claro “¡NO!,” con todo mi ser. Fue por fin, que me soltó y se fue caminando en dirección contraria. Por lo que gracias a Dios, de ahí no pasó. Jamás he sentido tanto miedo en mi vida.

Imagen obtenida de Wikipedia

Cuando le conté, mi ex se preocupó pidiéndome jamás acompañarlo de nuevo, pero hice caso omiso a su petición, pues me gustaba ir a dejarlo porque tal vez terminando el intercambio, ya no lo volvería a ver en mi vida. Aunque sí lo volví a ver 2 veces más 5 y 10 años después, (en ciudades y continentes diferentes)… se volvió casi tradición vernos cada 5 años.

5ta, 2010, París de nuevo. Tenía como 26 años esa ocasión. Estaba caminando por la zona Saint Mitchel y la Quartier Latin, otra vez sola, para variar. Otro tipo igual, de aspecto arabesco, me vio y me empezó a seguir acelerando el paso cada vez. Me dio miedo por lo que comencé a correr. Me refugié en una joyería de una esquina de la que no salí hasta verlo pasar frente a mí y observando hacia dónde continúa para ir en dirección opuesta. Por suerte, no me vio y de ahí no pasó.

La 6ta ocasión, 2017, viviendo sola en mi depa en Veracruz. Había conocido a un tipo de Tinder, a quien llevaba frecuentando una semana más o menos. Un domingo me preguntó qué hacía, a lo que contesté "quemando tiempo en Netflix para lanzarme a comer a casa de mi mamá." Se auto invitó a acompañarme en lo que me lanzaba. No me gusta invitar o dejar pasar desconocidos a mi casa, pero decidí darle el beneficio de la duda, así que acepté su auto invitación. Llegó, vimos un capítulo de una serie, y listo, nos salimos a la hora que debía irme sin nada fuera de lo común.

Como me sentí en confianza, decidí volverlo a invitar esa misma noche regresando a ver películas. Grave error. Estábamos en el sillón, en la sala, comenzamos a besarnos y de repente empezó a manosearme por literal TODOS lados. Por más que le decía: "déjame, llévatela leve, bájale a tu intensidad, etc.," y le sujetaba las manos, él seguía manoseándome, haciendo caso omiso de lo que yo decía. Tal vez pensando era parte del juego. Hasta que trató de abrir el cierre de mi pantalón y ahí sí encabronadísima lo detuve en seco.

Me enojé muchísimo, pero en el momento no quise hacer tanto arguende por no verme santurrona, seguimos viendo películas. La neta debí levantarme, acercarme a la puerta y pedirle que se fuera porque no lo invité para eso. Jamás me había sentido tan incómoda en mi vida y me da coraje que ni si quiera tuve las agallas para ponerle un estate quieto por sacatona.

Volvimos a salir un par de ocasiones la siguiente semana,  pero como seguía emputada, ya no quería ni que me abrazara, me besara y mucho menos me tocara; hasta que un día exploté y le grité, mandándolo a volar.

El cuate se hizo la víctima diciéndome: "no te pongas así, me siento como un violador, no te violé..." y yo: "a ver PENDEJO entiende, tienes razón no me violaste, pero sí me faltaste al respeto y con eso perdiste mi confianza, así que no me vuelvas a buscar.”  No volvimos a salir jamás y terminamos bloqueándonos mutuamente del Facebook.

En sí, probablemente esto no entra en la categoría de acoso. Sin embargo, no pienso tolerar me falte al respeto un wey que ni conozco. Además para sumarle a mi coraje cuando le platiqué a una amiga lo sucedido, ella me dijo: "ay mana, ¿qué esperabas? Estaban saliendo y lo invitaste a tu casa “a ver películas.” Seguro pensó era un código para algo más.”

O sea, ¿no puedo invitar a alguien del sexo opuesto a mi casa a simplemente ver películas sin que piensen se trata algo más? ¿A fuerza es un código para tener relaciones o algo así? Obviamente, después de esa experiencia, evito aún más invitar gente a mi casa.


En fin, quise compartir mis 6 anécdotas al respecto del acoso porque puedo apostar que no soy la única que ha pasado por algo así o aún más grave. Gracias a Dios, a pesar de que amo vivir sola, viajar sola, andar sola, jamás me ha pasado algo verdaderamente irreversible. Espero seguir contando toda mi vida con esa suerte. Sin embargo, sé que mi suerte no la comparten todas y hay quienes sí han sido víctimas de verdaderos delitos o abusos sexuales. Por lo mismo, pido a todas las mujeres (y hombres) que lean este post, no se callen, platiquen y compartan sus experiencias, pues para evitar que siga sucediendo, debemos enterarnos de qué está sucediendo allá fuera.  

#NosQueremosVivas #NiUnaMenos



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