Desde hace unos meses, estoy buscando cámara digital para
reemplazar una que ya no uso. No necesito nada fancy ni profesional, pero sí
busco ciertas especificaciones porque aunque es por capricho, necesito algo
para los viajes y conciertos.
Me he tomado mi tiempo de buscar, revisar, comparar, etc.; ya
más o menos sé qué quiero. Aún así sigo sin encontrar esas especificaciones al
precio que quiero.
Hace no tanto turisteando en la agetreada capital, me di una
vuelta por Best Buy para revisar su respectiva oferta. Después de curiosearlas
como por una hora, tal vez más, me topé con una cyber shot que en realidad
rebasaba lo que requiero en aspectos técnicos y duplicaba mi presupuesto por
completo. Sin embargo, me enamoré, me encapriché y la quería y punto. Me gustó
demasiado la nitidez de sus tomas y lo bello de la cámara en sí, me emocioné cual
niña en dulcería. Decidí comprarla; me valió el costo un sorbete.
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Best Buy México |
Ya era tarde, estaban a punto de cerrar la tienda. Yo estaba ansiosa; alcé los brazos, creo que incluso comencé a saltar un poco para que cualquier “asesor,” me viera y llegara a asesorarme. Tardó lo que a mí me pareció una eternidad en pasar uno quien en vez de acercarse a auxiliarme, me señaló a un par de personas que estaban platicando casi enfrente de donde estaba; no alcanzaba a ver su camisa azul logueada.
Me enojó mucho; en vez de estar al pendiente de sus
clientes, están en el chisme. Detalle que hice saber a la señorita de forma pasivo
agresiva cuando por fin tuvo la amabilidad de abordarme.
En fin, mi primera pregunta fue al grano, quería saber con
qué tarjetas de crédito ofrecían promociones. A lo que iba; si me ofrecían
meses sin intereses, me la llevaba. Primer prueba superada.
Mi segunda pregunta fue si tenían el equipo en existencia.
Pregunta del millón: si alguien te pide que cheques la existencia de un
producto en bodega, ¿se lo quiere llevar o no?
Esta chava se movió a lo que a mi parecer fue una velocidad glacial para
regresar y en vez de buscarme a mí directamente, decirle a la persona con la que
iba que lamentablemente ya no la tenían en existencia.
Carajo. Cuando fueron a darme la mala noticia, salí literalmente
corriendo para alcanzar a esta idiota y preguntarle cuánto valía la de
mostrador. Si hubiera valido poquito menos que una cerrada, me la llevaba. Obvio
no fue el caso y ya no sólo me desistí de seguir buscando ahí, ya me enfrié y
actualmente sigo comparando otras marcas. O sea que tanto Best Buy como Sony se
perdieron de una venta de $6,000.
Analicemos: ¿Qué hubiera hecho un buen vendedor en este caso?
En primer lugar, si estoy viendo que el cliente muere por
llevarse ésta cámara, de mi iniciativa lo enamoro de la de mostrador para que
se lleve esa. Rápido como quitar curita. Segunda posibilidad, si ya vi que no hay en existencia, checo qué
otras opciones de la misma gama sí tengo para no regresar con las manos vacías.
Tercera opción, le pido alguna forma de contactarlo y ofrezco estar al
pendiente de la llegada de los equipos para avisarle en cuanto la tenga
disponible.
En negocios, el chiste es vender, ¿no?
Yo no sé si les ofrecen comisiones o incentivos por ventas,
metas, etc., en esta tienda; me supongo que no porque dejar ir una comisión sobre ese
monto es una tarugada. Aún así, ¿dónde está la actitud de querer vender? Ya me
tenía en la bolsa y me dejó ir.
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