En uno de mis recuerdos
más vívidos de la infancia, estoy yo a los 8 años hecha bolita sobre el sillón rota en llanto rogando
a Dios nos mudáramos de ciudad porque sentía que nadie me quería
y me sentía muy sola. Sentía que empezando de cero, conocería gente que sí me quisiera.
Incluso, hasta recuerdo un
dolor agudo dentro de mi pecho.
Supongo de una u otra
manera, esa sensación me acompañó toda mi vida y dicha escena se ha repetido de manera muchas ocasiones.
Me tomó hasta apenas
ahora notar que cuando siento que alguien hace algo que me lastima es porque eso
que hizo refleja un dolor que yo ya traigo adentro. Yo soy quien se siente
sola; pues esa herida la llevo dentro de mí.
Lo que hacen los demás, nos
afecta porque mueven algo en nosotros; lo que significa, ese dolor viene de dentro. El
exterior solo nos lo refleja.
En vez de volcar nuestra
atención en nosotros y lo que pasa con nosotros mismos, solemos enfocarnos en lo que
hacen los demás. Reprochamos, reclamamos, lloriqueamos, culpamos. Así aprendimos.
A partir de ahora, me
centraré en mí y en lo que en mí se están proyectando las acciones de los demás.
Al menos hoy ya hice consciencia de esto, espero mañana saber cómo sanarlo.
![]() |
Imagen obtenida de Sexenio Puebla |
Posts Relacionados:
0 Testimonios:
Publicar un comentario