Me enteré que este año se casaron dos exs. Dos exs de más o
menos la misma época, antaño, dos cortísimas historias que pudieron ser y no
fueron. Triste. Lo más triste del caso, no son sus respectivos matrimonios, la
brevedad de cada relación o que hubiera querido durara más cualquiera, lo más
triste es que esas fueron las últimas veces que me enamoré como quinceañera…
sin serlo.
Ya no recuerdo que se siente.
No sé si haya sido la edad, las hormonas, la fugacidad de cada
relación, el haber sido mandado al diablo en ambos casos o qué, pero por cada
uno me moría, en su momento.
Jamás volvió esa sensación. Me volví más cautelosa, analítica en
las relaciones posteriores. Dejé de ser espontánea. ¿Me volví a ilusionar? Sí.
¿Volví a sentir que me muero por alguien? No realmente.
Tal vez tras habérseme roto el corazón tan consecutivamente, mi
cabeza lo tomó como: "controla tus emociones, espera a ver si se aplica,
analiza si te conviene, si no cumple tus expectativas, déjalo ir."
Ya no suena a amor, suena a transacción financiera.
Ya ni sé
qué lo sería.
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