Algo
que amaba de vivir en Veracruz era que cuando tenía un tiempito libre, me ponía
el traje de baño, agarraba un libro y me asoleaba o metía al jacuzzi a leer.
Maravilla. Así era como esperaba mientras se lavaba la ropa. Envídienme.
Aquí en
el DF es un poquito complicado:
Primero,
ni a tina llego y cero baro; ni cómo ayudarme con eso.
Tampoco
dispongo de suficiente tiempo libre. Siempre hay algo que hacer. Entre las
largas jornadas de trabajo, los largos trayectos casa-oficina, mi jornada
laboral se incrementó 2 hrs. al día contra Veracruz. Además diario hay pasear a
mis chaparros, cocino tres días a la semana, suelo ir al gym los fines, soy
parte del comité de vigilancia de mi edificio, de la asociación de Ex Alumnos
del Tec (Exatec 3.0), y como ya saben manejo: 2 blogs, 3 Fanpages y 3 cuentas
de Twitter. (Tengo que aprender a soltar).
Difícilmente
podría tener tiempo para ello.
Entonces,
un día se me ocurrió hacer una pequeña modificación a la costumbre:
El
sillón individual de la sala –o en su defecto, cualquier silla más cojines o
almohadas, una almohada para el cuello, música, incienso o velas aromáticas, una
tinita con agua caliente y exfoliantes para pies o un libro como a mí me gusta;
y de ahí un regaderazo con agua caliente.
Créanme,
también se logran maravillas reparadoras.
No sé
necesita gastar una fortuna para consentirse, sólo hacerlo.
![]() |
Imagen obtenida de Mejor con Salud |
Posts Relacionados:
0 Testimonios:
Publicar un comentario