Cuando
se trata de buscar pareja, lo más común es recomendar salir más: bares, antros,
club sociales, etc. No es mal consejo, pero ¿qué pasa si no nos gusta salir? Hay
quienes prefieren pasar sus tardes y fines en casa viendo películas, leyendo,
jugando juegos de vídeo, cocinando, qué sé yo, opciones hay infinidad. ¿Cómo
conocer gente en este caso?
De nada
sirve ir a ambientes que están fuera de nuestro contexto social pues aunque
existan mayores posibilidades de conocer gente si estas nuevas personas gustan
de actividades completamente diferentes a las nuestras, la relación podría ser caótica.
No se trata de eso.
Mejor frecuentar
aquellos ambientes donde te sientas cómodo. ¿Cuáles? Por ejemplo, yo no soy
gamer, ni si quiera pude con Mario Bros (primera consola), pero aún así estoy
enterada que son varios los Comicons que se ofrecen durante el año al menos en
el DF. Si a mi me gustara disfrazarme, seguro ahí conocería gente igual de
apasionada con el animé que yo.
En el
caso de los amantes de la lectura y los ambientes más tranquilos. De eso sí sé
poquito más. Créanme: ir a un café, librería, Péndulo que combina ambas –comercial
no pagado, hasta en el Bluckbobster, y entablar
conversación con alguien sobre cualquier libro o película que tenga en la mano
es de lo más fácil. Además hay un montonal de instituciones, escolares,
privadas y hasta gubernamentales como las casas de cultura, que ofrecen tanto
talleres, círculos de lectura o de apreciación cinematográfica, para diferentes
presupuestos, a los que podrían asistir. A un par sí he ido, está padre conocer
personas con quiénes compartir ese gusto.
Ni
hablar sobre cocina: ¡infinidad de tallercitos! Aunque esos son un poquito más
caros. Si andan cortos de presupuesto,
yo de hecho, he encontrado opciones bastante accesibles en Groupon, entonces
opciones sí hay.
Sé que
sólo mencioné un par de opciones. Sin embargo, noten: es tanta oferta de tantas
cosas hoy en día, que acercarse a personas que compartan nuestros gustos se
está volviendo pan comido. Ya sólo hay
que quitarnos la flojera, el miedo y los nervios, aprovechar que somos
peces en el agua en esos lugares (por aquello de la confianza), y decidirnos a
conocer gente. Es simple cuestión de querer.
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