Soy super fans de hacer propósitos de
Año Nuevo. Supongo que me gusta medirme, evaluarme y por supuesto, me fascina
cuando los cumplo. True story.
La mayoría suele ir sobre en relación
con el dinero, principalmente ahorrar para diversos fines personales, profesionales
o económicos, comenzar alguna actividad económica por mi cuenta, evaluar
“oportunidades” de negocio, etc.
A veces agrego idioteces como
acostumbrarme a andar en tacones (cosa que jamás cumplí) o como este año que retomé aprender a andar
en bicicleta. Propósito con el que he fracasado en años anteriores y esperamos
la tercera sea la vencida.
¿Por qué lo retomo después de las
derrotas? No inventen, manejar en el DF es en verdad lo peor. Digo, ya tenía
conocimiento al respecto; sin embargo, toda mi experiencia en las calles y
avenidas de la gran jungla de concreto han sido como estudiante. Terrible aún
así, pero no tanto pues los horarios no necesariamente coinciden con el de las
horas pico y puedes contar la suerte de manejar en contra flujo, como solía ser
el caso (¡Bendición!). Ahora que llevo poco menos del año como godinez, vivo en
carne propia lo nefasto que es moverse por la ciudad.
Así que decidí analizar y probar las opciones de transporte que conozco:
Carro. Por ejemplo, de mi casa a la
oficina son tal cual 7km, medido en numerosas ocasiones, de todas maneras de regreso
menos de 40 minutos no hago, una vez incluso llegué a la hora. ¡¿Una hora para
recorrer solamente 7km?! No inventen. Imaginen si llegara a ir a otra colonia o
zona más concurrida, me doy un tiro.
Taxi. Seamos realistas, ¿cuál es el
punto de utilizar un taxi cuando gastaría una fortuna al mes y haría el mismo
tiempo? Descartado.
Metrobus. Para aquellos que no vienen
seguido al DF, el metrobus es la sustitución de las combis/camiones/peceros –
como guste referirse a ellos – en ciertas avenidas seleccionadas (Ave.
Insurgentes, Ave. Cuauhtemoc y Eje 4 Sur
hasta donde yo recuerdo).
La diferencia con las combis es que
tienen carriles especiales, que los demás conductores no podemos ocupar y que
implica ellas no puedan utilizar nuestros carriles tampoco, por lo que no van
echando carreritas entre ellos, parándose de golpe, metiéndose a lo idiota, disminuyendo congestionamientos viales, accidentes, etc. Además cuentan con estaciones
instaladas por lo que no pueden parar donde se les dé su gana.
Bastante interesante y en horas no
pico, son bastante útiles; no obstante, la veintiúnica ocasión que llegué a utilizarlos
saliendo del trabajo fue un viernes a las 2:30pm que tenía que ir al WTC, a
recoger algo de mi jefe (Devil’s Wear Prada). Lo peor. Pasaron al menos 5
metrobuses antes de poderme subir a alguno. La gente si de por sí ya es bélica
en los transportes públicos, en el metrobus es definitivamente otra cosa. No sé
cuánto esperé entre empujones y jalones. Me traumé. Juré no volver a utilizarlo
por mi integridad física y emocional. Además para ir a mi casa no me sirve porque
la estación más cercana a ella está a al menos 2 km que tendría ya sea caminar
o echar en el tráfico y si por sí salgo
frita de la oficina, mejor paso.
Metro. Seré sincera, el metro suele
ser LA maravilla. Es fluido, gigantesco (caben muchas personas), además la línea de
mi casa y trabajo es la misma, por lo que no hay que hacer trasbordos. Para
sumar a sus pros, mi casa se encuentra a sólo una cuadra de la estación, la
oficina a unas 3. Sí, maravilla. El pedo, es cuando se llena, puff, carro
sardina de Six Flags se queda corto. Al final, todos buscamos llegar a la misma
hora a nuestro trabajo, me supongo. Es molesto ir aplastado, acalorado y para
qué les sigo contando. Otra es cuando se va parando durante el recorrido o se
tarda en las paradas, esos 10 minutos se convierten en 30 - 35. Tampoco tanto,
pero si sumamos lo que tardo en llegar y lo que tarda, ya se volvió algo.
Además si llevas prisa porque tienes que llegar corriendo a sacar a tus perros
a hacer pipí porque en todo el maldito día no puedes pasar a hacerlo, es demasiado
molesto. Esa maravilla, deja un poco que desear. (Nota mental: ahorrar para
poder contratar un Dog Walker).
Sí, maldita jungla de concreto, te
atrapa y acaba con tu vida kilómetro a kilómetro. Definitivamente, subestimé
ese pequeño detalle de los recorridos cuando decidí mudarme de regreso.
Conclusión: aprender a andar en bici comienza a verse útil.
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Imagen obtenida de En Bicicleta por Madrid |
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