Primer Acto: Llega mi jefe inmediato,
Director de Ventas, a entregarme una cotización de servicio de mantenimiento
mensual firmada y autorizada por el cliente, solicitando en la misma comenzar
los trabajos de corrección ese mismo día o a más tardar el siguiente por la
urgencia de la falla presentada por el equipo.
Prosigo a liberar la consiguiente Orden de
Servicio para comenzar con el protocolo respectivo.
Segundo Acto: Llega el Director
Administrativo encabronado, a literalmente gritarme porque no podemos liberar
una Orden de Servicio de Mantenimiento sin tener el Contrato respectivo firmado.
Los gritos prosiguieron a pesar de entender
su posición y pedir reiteradamente se ponga de acuerdo con el Director de
Ventas para llegar a un acuerdo en conjunto sobre cómo proceder ante estas
solicitudes. Los gritos continúan hacia mi persona.
Tercer Acto: Prosigo a pintar dedo para
hacerlo callar de una buena vez. Acción que por su puesto surtió efecto.
¿Cómo se llamó la historia? “Grítele a
quién más responsabilidad tiene.”
No justifico mi reacción, pero que me
griten por seguir indicaciones de mis superiores, óigame NO. ¿No es mejor
llegar a acuerdos de cómo proseguir?
Posts Relacionados:
0 Testimonios:
Publicar un comentario