Corríjanme si miento, pero a casi todas las mujeres nos han
enseñado a lo largo de nuestra vida que aquella persona con quien nos casemos
tiene que ser simplemente perfecto: guapo, profesional y económicamente exitoso,
simpático, amable, cariñoso, empático, independiente, con interés real en salir
adelante, etc., etc., etc.
Fuera de que exista o no exista, de que lo encontremos o no
lo encontremos. Quisiera preguntarles: ¿de quién vienen todas estas expectativas?
¿De nosotras mismas o de fuera?
¿Cuántas veces no conocemos un prospecto que nos llama la
atención, pero como no cumple con alguno de los requisitos en este momento lo
mandamos al diablo sin darnos la oportunidad de conocerlo’
¿A cuántos chavos no hemos bateado por no ser
particularmente guapos o porque ahorita no están en ese punto cumbre de sus
carreras o porque están en este punto cumbre, pero les demanda más tiempo del
que quisieran para no caer de este punto, limitando un poco los otros aspectos
de su vida?
Todas lo hemos hecho.
No estoy diciendo que si estás con alguien que de plano no
te gusta o alguien que no sabe ceder su tiempo libre, sigas con esa persona esperando
a que esto cambie. Sin embargo, sí digo que te des chance de al menos conocerlo
sin querer cambiarlo, sólo observarlo para darte una cuenta de cómo es y si su
personalidad a la larga pudiera llegar a compaginar con la tuya o no.
Así al menos, no te
retiraste por un capricho sin fundamento y superficial. Si decides marcharte es
porque hubo una razón de peso, más allá de ese prejuicio que otras personas nos
inculcaron y tal vez ni venga de nosotras mismas.
Posts Relacionados:
0 Testimonios:
Publicar un comentario