Una tarde de primavera en la terraza del Club de Golf
alrededor de las 6 de la tarde y el verde campo de fondo. El clima es perfecto, no muy caluroso, tiene
cierta frescura. Las mesas vestidas de mantel blanco aperlado, con arreglos de
rosas blancas y velas como centros de mesa. Hay lamparitas redondas de papel
china colgadas, globos por todas partes. Es solamente el acto civil, pues como
bien saben no soy católica.
No hay mucha gente, la suficiente; aunque se ve bastante concurrido.
Aún no empieza, pero todos están felices, ríen, toman, cuentan chistes, se
divierten mientras escuchan un poco de Jazz tranquilo de fondo. Norah Jones es
el foco central de la música. Un momento perfecto.
Yo salgo a escena para interrumpir la convivencia.
Vestido blanco suelto al suelo, entallado del torso con espalda completamente
descubierta. Cabello bohemiamente recogido de lado con un arreglo de flores, algo
alborotado como es mi estilo. Maquillaje muy marcado en los ojos y labios rojos
carmín. Una visión completa…
Hasta que alguien me dice: “¡No hay novio!” No hay novio. Ni si quiera pregunto dónde está
porque no sé quién es. Entonces, simplemente agarro al primer amigo que pasa
por enfrente para que se case conmigo. . .
Un tanto parecida a la historia de mi vida.
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