Platicando con una amiga, también Pro Derechos de los
animales, me comentó que leyó o se enteró de unos reverendos ogetes que por
diversión agarraron un perro de la calle y en su relajo le metieron un petardo
en el hocico. ¿Qué chistoso, no? Estoy riéndome por fuera porque por dentro me
corroe la indignación y quisiera mandar a madrearlos a ellos. Por más ojo por
ojo que me haya escuchado con este último comentario.
¿Cómo una persona puede llegar a ser cruel con otros seres
vivos? Tal vez los animales no tienen palabras para hacer entender lo que
sufren con todo lo que les hacemos. Tal vez, somos nosotros quienes no tenemos
empatía suficiente para escucharlos. No obstante, son seres vivos. ¿No pueden
verlo, no pueden entenderlo, no pueden asimilarlo?
Podrán haber vivido la peor de las vidas estos chicos,
pensando que así fuere. Haber sido violados, golpeados, ignorados, pero a mí
parecer no es excusa para lastimar intencionalmente y de esa forma a otro ser
vivo. Para ustedes, ¿lo es?
Creánme han habido un par de personas con las que me hubiera
gustado tomar venganza por el grado en el que me han lastimado. He tenido
amigos que me han ofrecido un medio para vengarme de dichos actos. Nunca les he
tomado la palabra porque no importa mi dolor o mi coraje, la violencia nunca es
una respuesta y con ella sólo demostramos debilidad espiritual. Quien tortura
con intención y dolo a otro ser vivo (sea cuál sea), no sólo es cruel, es débil
espiritualmente hablando y me cuesta trabajo llamarlos “Ser Humanos.”
Pobre gato, si no se lo quitan, no podrá moverse un buen tiempo. Si se lo quitan, no quero imaginarme el dolor y la desangrada que sufrirá. ¿Quién hace esto? ¿Por qué hacen esto? Sinceramente, no le encuentro lo chistoso.
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