Parte de mis regalos de cumpleaños, de mí para mí, fue un masaje relajante. En sí, no es anormal que de repente recurra a estos como terapia, pues tengo la columna un tanto desviada y seguido los necesito para que me alivianen las contracturas.
Esa vez no fue terapéutico; fue 100% para consentirme. Siendo mi cumple, era justo y necesario, ¿no creen?
Esto me llevó a pensar en cuántas son las personas que invertimos a sentirnos bien, simplemente porque sí, para mimarnos, por demostrarnos cariño a nosotros mismos. Nos compramos caprichitos, gastamos en salir, pero tal cual consentir nuestro cuerpo, es nula la inversión.
En realidad, no se trata de gastar una fortuna; tampoco se trata de escaparse un fin completo en un spa lujosísimo. Sin embargo, podrían buscarse lugares más accesibles, contactar a un masajista que vaya a sus casas, practicar yoga, pedirle a nuestro peor es nada que nos dé un masajito, o si de plano la economía no da para más, con comprar unas velitas, inciensos, echarse en el colchón un ratito se pueden hacer milagros. El chiste es relajarnos, desconectarnos y descansar.
No sé porque es una práctica tan poco común.
miércoles, 13 de julio de 2011
Cuando fue la última vez que...
Chocoaventura por
Rana Existencial
en
8:33
Debrayes
Consejillos de vida
0 Testimonios:
Publicar un comentario