Hace unos meses tuve un retraso. Sí, eso que les vino a la
cabeza a todos ustedes: Andrés tardó en llegar varios días, bueno toda una
semana. Ya se imaginarán, más alterada no podía estar y por mucho que me
pidiera a mí misma calmarme, era imposible. Literal, fue un sube y baja de
emociones día a día:
Día 1, Negación: “¿Cómo crees que estoy embarazada? En
verdad, sin excepciones: ‘sin gorrito no hay fiesta’.”
Día 2, Enojo: “¡¡Estúpidos condones, ¿por qué sólo tienen
98% de eficiencia?!!”
Día 3, Miedo: “¿Qué voy a hacer si estoy embarazada?”
Día 4 - 5, Resignación: “Bueno, si estoy embarazada. . . estoy embarazada.”
Día 6, Tristeza: “Chale, si estoy embarazada adiós al
crucero en Alaska, mochilear por Sur América, conocer Australia.”
Día 7, Aceptación: “Ya no tengo 20, estoy por cumplir 30, supongo
que no es el fin del mundo tener a un bebé a esta edad.”
Día 8, Miedo otra vez: “Estaría bonito salir a pasear a Yako
y al bebé al mismo tiempo.”
Día 9, aún MÁS Miedo: “Estúpido gobierno, la banqueta parece
campo minado, va estar cabrón pasar una carriola por aquí.”
Día 10, incluso MÁS Miedo: “Si la Gine tiene razón y en
verdad no estoy embarazada, algo raro tiene mi cuerpo en este momento.”
Día 11, Tristeza de nuevo: “No estoy embarazada.” - con dos lágrimas rodando por mis mejillas.
. . . Yo también me sorprendí mucho con esto último.
![]() |
Imagen obtenida de Atraiga el Éxito |
Posts Relacionados:
Yo me ocupo de MÍ
La peor de mis citas
Sí, Acepto
Quédate con. . .
¿A cuál escoges?
1 Testimonios:
neta nooo!!!
Publicar un comentario