Como fue muy inteligentemente descrito por Barney Stinson en
HIMY, ‘The Screaming Chain,’ es aquella que explica que nuestros jefes nos
cagotean a gritos pues sus jefes así lo hicieron con ellos y a su vez los jefes
de sus jefes a ellos. Hecho que se repite constantemente hacia el último
eslabón de dicha cadena organizacional. Guardan cierta tradición cultural.
Me apena confesar que yo no he sido la persona que ha roto
este ritual. Imposible no estar de neuras cuando un cretino te acaba de gritar
despotamente. Esa sensación de pisoteo, chinche, ese estrés y ese enojo no se
quita en seguida.
¿Saben qué me molesta más? Hablamos de mi anterior trabajo,
el que dejé en Septiembre después de exactamente 6 años. En este caso, no era
particularmente mi jefe directo quien se encarga de los gritos. No, él es
bastante tranquilo dentro de lo que cabe. Se trata de su socio comercial quien se
echa esas cagotizas marca diablo.
Aclaremos unos detalles. ¿Por qué me refiero a “socio
comercial”? Simple, el corporativo al
que pertenecíamos tenía firmado un contrato mercantil, no un contrato laboral,
con mi jefe directo, el sub promotor comercial de la zona. Es decir, son
socios, no estamos en la nómina ni nada por el estilo.
Ser socio comercial de una persona, implica que sí hay que
trabajar juntos, sacar proyectos, proponer soluciones, por supuesto, obtener
ganancias para ambas partes. ¿Me equivoco? No. Muy al contrario de hacer rabietas y gritar
cuando no se escucha lo que se quiere escuchar.
Repito, hablamos de una relación de socios, no subordinados.
Entonces no entiendo, ¿por qué carajos alguien se atreve a
gritarme como si el fin del mundo fuera mi culpa, cuando ni subordinada soy? Nunca
lo entendí. Lo que sí pude notar es que en alrededor de año y medio que
decidieron cambiar al “Jefe de mi Jefe,” decidí salirme de la empresa sin
importar la antigüedad que ya llevaba.
No sé qué cualidades vieron en su persona para otorgarle el
puesto de Director Comercial (más allá de ser el hijo del dueño), pero puedo
opinar que escuchar, negociar y ser
empático no son cualidades que posee. Sinceramente, es mejor nadar esperando no
ahogarme mientras busco establecerme de nuevo, que aguantar a alguien que no
tiene calidad humana para navegar un barco.
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