Si bien recuerdan, hace poco mencioné que ahora se me metió
el gusanito de ser Psicoterapeuta. Bueno, en realidad no es reciente, desde la
prepa ya había contemplado la opción. Ahorita estoy comenzando mi segundo semestre de la Maestría.
Me gusta el enfoque de la corriente que estudio, Ericksoniana (por su fundador). Es una corriente humanista. Parte de la idea de en vez de enfocarnos en los problemas de nuestra existencia, busquemos encontrar soluciones para vivir tranquilos simplemente. A todos nos pasan cosas malas, pero todos los obstáculos tienen su lado bueno y somos nosotros quienes decidimos a cuál preferimos aferrarnos.
Me gusta el enfoque de la corriente que estudio, Ericksoniana (por su fundador). Es una corriente humanista. Parte de la idea de en vez de enfocarnos en los problemas de nuestra existencia, busquemos encontrar soluciones para vivir tranquilos simplemente. A todos nos pasan cosas malas, pero todos los obstáculos tienen su lado bueno y somos nosotros quienes decidimos a cuál preferimos aferrarnos.
La técnica principal que utiliza para lograrlo es la
hipnosis. Sí, me están enseñando a hipnotizar, ¡MUAJAJAJA! No me voy a poner a describir
cómo es, cómo se hace, qué se siente, etc., eso tal vez se los comente en otro
post, lo que sí puedo asegurarles en este momento es que funciona, demasiado
bien. Yo misma soy prueba fehaciente de ello y les daré un ejemplo de cómo:
Hoy es el Décimo Aniversario Luctuoso de mi abuelita. Quienes
leyeron el post que escribí hace 365 días, sabrán que es algo que me pegó mucho
(para quienes no lo leyeron, aquí está el link). Ella murió al poco tiempo de
fallecer mi abuelo. Como si hubiera muerto de amor se fue apagando poco a
poco. Durante estos largos 9 años, yo me quedé estancada en el enojo, encabronamiento
para ser más exacta. Estaba en verdad emputada porque “se dejó ir,” porque ya no
nos vio graduándonos, casándonos, teniendo chilpas y todo lo demás. No estuvo
aquí para vivirlo y cada que la recordaba no podía dejar de pensar en ello,
hirviéndome la sangre una y otra vez.
Ahora con mi abuelo, no pasó lo mismo, la historia es
diferente. Él y yo nunca tuvimos una relación; para él sólo existió un nieto:
mi hermano. ¡Uta, eso cómo me reventaba! Las únicas palabras que llegamos a
cruzar eran para que no me diera permiso de hacer nada; ya ni si quiera regaños
llegó a darme, ¿así o más distante? La verdad sí le guardé mucho resentimiento
y tal vez hasta rencor casi toda mi vida porque sí me hizo sentir menos importante
que a su estrellita.
En fin, regresemos al presente. Esta última clase en un
ejercicio de hipnosis me vinieron a la mente los recuerdos de sus funerales. No
sabría decir por qué se evocaron, de repente aparecieron. Recordé desde que
llegué, qué hice, quiénes estaban, qué sucedió, etc. Sin embargo, en lugar de
sentir el dolor o sentimientos difíciles que suele haber en estos eventos,
sentí paz y amor. Me empecé a enfocar en las anécdotas divertidas, las bonitas
palabras que me decían, ver a la familia, los amigos cercanos, la convivencia,
las bromas. Creo que nunca lo había hecho. Incluso recuerdo que en algún punto
de mi viaje, empecé a decirles a los dos lo mucho que los quiero y adoro. Hasta donde recuerdo a mi
abuelo nunca se lo dije; hacia mi abuela nunca lo había vuelto a sentir desde que
se fue.
Me gustó. Me ayudó a liberarme de resentimientos que tenía guardados. a desencadenarme del enojo. Ahora sí, ya puedo seguir el proceso de duelo como
Dios manda. Todo gracias a una sesión de hipnosis que probablemente no duró más
de 5 minutos. Como les digo: sí funciona y funciona muy bien.
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