Si les piden comprar unas llaves para regadera, ¿qué
compran? Las manijas para abrir y cerrar el agua, ¿no? No soy la única, ¿o sí? Bueno,
resulta que esas manijas propiamente hablando no son las llaves, se llaman “manerales”
(palabra que no identifica Word, nótese qué tan usada es). Las llaves son unos
tubos que van por dentro encargados de permitir el paso del agua. Aprenderlo me
costó $1,205 y MUCHOS dolores de cabeza.
Todo comenzó hace mucho con una pequeña gotera en una
regadera a la no le di tanta importancia.
Cuando me di cuenta del pequeño problema, le pedí al arquitecto me mandara a su
fontanero, plomero, en realidad no recuerdo cuál es la diferencia entre uno y
otro, para que me lo arreglara. Fue, supongo que apretó un poco y se volvió a
ir. El problema persistió. Regresó, me parece que cambió un “vástago,” lo que
se mueve al girar el maneral para que pase el agua (¡nombre! hasta vocabulario estoy
aprendiendo con todo esto) y ya, se volvió a ir. Listo, no tuvimos gotera
algunos meses.
En sí, no creo que haya hecho gran cosa. Esas reparaciones
no las pagué yo, entonces me imagino que sólo lo mandaron para que dejara de
dar lata. Sin embargo, al poco tiempo no sólo regresó esa molesta gotera, se
volvió más intensa. A veces parecía que la regadera estaba completamente
abierta, incluso se alcanzaba a escuchar hasta mi cuarto con todo y la puerta
cerrada. ¡Molestísimo!
Un día fue un fontanero a mi oficina a arreglar no sé qué,
aproveché y le pedí si podía ir a mi casa a revisar eso. La faena comienza
aquí.
Día 1: fue, me dijo que era cuestión de cambiar las “zapatillas,”
unos empaques que llevan los vástagos para apretar (creo). Le di $100 para que
las comprara y checara eso.
Días 2: regresó con las gomitas estas, ya abriendo los
manerales (que no lo hizo la vez anterior pues “no llevaba herramienta”), se
dio cuenta que la llave estaba barrida y que no era cuestión de sólo cambiar
las zapatillas, sino que habría que cambiar las válvulas, lo cual implicaba
romper mosaico y pared. Ni modo, al mal paso, darle prisa.
La siguiente ocasión que iba a ir, me cancela una noche
anterior. ¡ Bien responsable este hombre! Trató de hacerlo por segunda vez, pero le dije que no se valía si quedaba en ir, fuera. Punto.
Día 3: en realidad solamente fue a hacerse pendejo, según él
trató de cambiar el “árbol” (sepa Dios qué es eso), para ver si quedaba con eso y como
no, en efecto tendrá que cambiar las válvulas. ¡¡Qué no invente!! Pedí medio
día en el trabajo para que me dijera que tenía que hacer lo que ya me había dicho
que tenía que hacer. Comenzaba el nivel furiosa.
Para esto, me encargó comprar los mosaicos, las “llaves” para
soldar específicamente, quedando de vernos el domingo pasado de nuevo ya que
iba a tardar mil ocho mil horas y entre semana no podía por una construcción… ¡La
manga del muerto!
Ahí tienen todo ese viernes buscando en tres tiendas
diferentes en puntos completamente opuestos de la ciudad hasta dar con quiénes
tenían en existencia los mosaicos. Por suerte encontré uno que me sirvió de
muestra; hubiera sido buscar una aguja en un pajar de lo contrario.
Donde lo encontré,
compré las llaves, que no sólo tenían que ser para soldar, tenían que ser marca URREA
(ninguna otra marca). Pregunto por ellas y me muestran lo que conocemos como
llaves todos los que no nos dedicamos a la construcción y/o fontanería: ¡llaves
para regadera! Le marqué al tan apreciado fontanero para verificar no se
necesitara algo más, a lo que sólo mencionó tres veces – no una ni dos, ¡TRES
veces! – que tenían que ser soldables, entonces
además de lo que me dieron como llaves, me llevé los tubos de cobre que me
recomendaron para ser soldados.
Día 4: Para empezar, llega media hora tarde, habiéndome
hecho despertar a las 8 en domingo (¡Eso no es de Dios!) Bueno. Entonces, sube a los
tinacos para cerrar el paso del agua y regresando me dice: “¡Qué cree? Su
instalación no es con tubería de cobre –soldable – es tubería
verde –plástico –“ Lo que significaba que las llaves que compré no servían, se
necesitaban unas para enroscar.
¡A la madre! Exploté. ¡En las TRES veces anteriores que FUE
a mi casa, ninguna se le ocurrió subir para checar cómo estaba la tubería antes
de mandarme a comprar algo! Todavía el muy cretino me dice que eso no lo iba a saber hasta
romper, pero no inventen, me lo estaba diciendo ANTES de romper. Lo odié, literal, lo odié. Después de la
reverenda mentada que propiamente le di, dejé de tratar con él, el trato lo
tuvo exclusivamente con Novio. Si me dirigía la palabra a mí, seguro le
arrancaba la cabeza.
Decidieron ir a su construcción a robarse las llaves que
acababa de poner para ya quedarse con las que compré. Según Novio sí se veían
nuevas. En realidad, no tardó más de 2 horas en romper y cambiarlas. No entiendo
porqué el idiota no lo hizo desde antes si mucho tiempo no gastó en realidad.
Ya cuando terminó me di cuenta que no puso las nuevas
manijas, colocaron las que estaban desde un principio. Fue ahí que me cayó el
20, esas manijas que me habían costado $1,205, no eran necesarias. Las compré
porque este tipo supuso que yo he cambiado muchísimas llaves en mi vida y conozco
perfectamente la diferencia entre “llave” y “maneral,” como el resto de la
población hispano parlante. ¡No invente! Lo odié aún MÁS.
Para colmo, al día de hoy, el hoyo en la pared sigue ahí porque
el muy mula no me dijo hasta ya muy tarde que él no pone mosaico. ¡Chingada
madre! Además de ir a ver si puedo devolver los manerales para que me regresen
mi dinero, tengo que conseguir quién me resane eso. ¡DIOS!
Por eso no progresamos, éste es el común denominador de los
trabajadores en México. Suena triste, pero es la verdad. Las cosas las hacemos
mal y a medias. Podría apostar que en mayor o menor medida todos aunque sea en
alguna ocasión hemos sido como este hijo de su $%#%//¡”#%. Basta, ¿no? Ya hay que
cambiar… Digo yo.
Ojalá todos fueran como Super Mario Bros.
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