Toda nuestra vida nos programan para trabajar. Nuestra familia, la escuela, la sociedad, no eres nadie si no tienes trabajo; es como el fin último. Pero últimamente he pensado que nadie te prepara para ser corrido. En serio, no es nada fácil. Imagínense ustedes si dejaran de trabajar en este preciso momento, ahora bien: ¡imagínense que los corrieron! Es una idea muy fuerte.
Incluso, hasta a mí me ha pasado (es parte del ayer que no suelo comentar); por ahí del año de 2007. Estuve sólo un mes, me chocaba lo que hacía, aún así, y por otras razones que se juntaron, me deprimí como 3 meses. No me daban oportunidad en nada que no fuera ventas porque la experiencia que tenía no era la que buscaban. Resultado, terminé mudándome al D.F.
En fin, ese no es el punto que me atañe hoy, regresemos a los despidos en general. Es un proceso, así como cuando termina una relación, hay que vivir ciertas etapas. Como el enojo porque cómo diablos se atreven a correrte después de tus años, meses, semanas (jaja), de dedicación. Después viene la tristeza pues al final de cuentas duele que alguien te hace sentir que no eres bueno para algo (inclusive si no te gustaba). Al final viene el agobio y la frustración que nace de pensar ¿cómo le vas a hacer ahora? Sobre todo si hay personas que dependen de ti o tardas en encontrar algo más. No es sencillo.
Lo más importante es no perder el sentido de valor que debemos tener en nosotros mismos. Para algo hemos ser buenos y hay que enfocarnos a eso. Eso sí, cuidado por como ponen ese pequeño percance en su CV o en su entrevista, no es exactamente un selling point, hay que buscar la forma de darle la vuelta para que no se cierren más puertas.
jueves, 23 de junio de 2011
Cuando perdemos el trabajo
Chocoaventura por
Rana Existencial
en
9:00
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