Casarme nunca ha sido la prioridad de mi vida. Me quita más
el sueño pensar el tan sonado “¿qué diablos haré con mi vida?,” que en el
supuesto día más feliz de mi vida. Si mal no recuerdo, en la primaria mientras
mis amigas fantaseaban con vestidos blancos y flores, yo soñaba con ir a la
Universidad, graduarme, hacer una carrera profesional. Creo que a la fecha sigue teniendo más peso aprender, hacer, emprender.
Claro está, no tengo nada en contra del matrimonio, las
relaciones, la familia, todo eso. Bueno, desde que trabajé mis traumas al
respecto en terapia. Pero como digo, simplemente no es de mis principales
prioridades.
No sé si ahora me está afectando la edad o de plano empiezo
a sentir esa presión tácita. Qué sé yo. Sin embargo, últimamente le doy
más vueltas al asunto; tanto que hasta me doy miedo. Es más, he de confesar que
me empieza a calar la presión social.
Por presión social no me refiero a mis familiares o
conocidos preguntándome: “¿tú para cuando?,” por suerte, ellos tampoco le dan
tanto peso al matrimonio. Por presión social me refiero a Facebook. Sí,
¡facebook! Llega a cansar y molestar ver semana tras semanas esos cambios de
estatus de “in a relationship” a “engaged to,” esas fotos de los anillos recién
entregados o tantas fotos de las celebraciones de dichos eventos. No inventen,
cada vez que veo algo así, me siento más que quedada. Shit, tal vez lo esté.
¡Ay Dios qué triste!
En fin, no me queda de otra que pedirte mi querido Facebook
dejes de restregarme en la cara que a mí todavía me falta para animarme a
firmar esa acta. O de menos te agradecería, si empezaras a mostrarme que
apurarse en casarse no necesariamente genera matrimonios duraderos. Sonará muy ardido
y cruel, pero me aligeraría la carga
saber que no todo lo que brilla es oro. Sea como sea Facebook, BACK OFF!
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Imagen obtenida de Amana Louise |
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