Toda mi vida fui consentida, prudente en medida de lo posible pero consentida al fin y al cabo.
Me pagaron absolutamente todo, estudié en excelentes escuelas y aunque en la universidad tenía beca, era beca-financiamiento, el cual pagaron mis papás también.
En casa casi no movía un dedo. Tal vez mi cuarto a lo mucho; de vez en cuando los platos, contadas ocasiones. Cuando vivía solamente con mi papá, si se acababa el gas, no había comida en el refri, etc. me encabronaba que me tocara hacerlo, pues sentía no me correspondía esa responsabilidad.
Cuando me volví económicamente activa, fuera de pagar el súper un par de ocasiones, jamás les di un peso (triste pero cierto). Pocas veces los invité a cenar, al cine o un café, muy pocas, (también porque no siempre me dejaban pagarles algo).
Estas actitudes, no son algo raro entre nosotros, seguro el 90% de los jóvenes son así. Difícil admitirlo, pero así nos hemos criado. En realidad, siempre tuve en la mente que ahorraba para poder salirme del nido pronto y que saliéndome lo más pronto posible, compensaba mi falta de cooperación.
Ahora vivo en mi casa, he abandonado el nido. Apenas ahorita comienzo a valorar todo lo que han hecho por mí, todo lo que ha significado su esfuerzo. Espero saberles demostrar mi aprecio y gratitud. Espero cuando tenga hijos poderles inculcar mayor humildad y sensatez de lo que yo he tenido.
lunes, 8 de agosto de 2011
Yo confieso
Chocoaventura por
Rana Existencial
en
10:02
Debrayes
Un poco de esto; un poco de aquello
0 Testimonios:
Publicar un comentario