Mi pequeño pedazo de alcornoque

Me acuerdo cuando era un renacuajo más chiquito que mi zapato, que podía levantarlo con una mano para limpiar sus gracias o moverlo como juguetito cuando estaba de latosito.




Ya no. Esos días se me fueron súper rápido. Está a punto de volverse un adultito contemporáneo y aunque todavía no es al 100% un perrito de bien, ya dejó de ser mi “micro” cosa.

Es un amor, el más querido de la familia.

Sí, en su cumple le compré un regalín, un gorrito de cumpleaños y comidita rica.
Sí, en Navidad una latita de cordero para que cenara al mismo tiempo que nosotros y tanto mis papás como yo, le dimos un par de regalines.
Sí, para Año Nuevo moví cielo, mar y tierra para llevárnoslo, ¿cómo lo íbamos a dejar con alguien que ni conocía?

En casa, es el único que me pone de buenitas, mi querubino.

¡Ash! Sí, soy toda una momy que no quiere que su bebé crezca.